Por Romina Dichiera*
Si en algún momento de nuestras vidas nos hubiesen preguntado qué haríamos en una cuarentena, creo que la respuesta habría sido muy amplia. Es fácil proyectarnos con un exceso de tiempo, lo difícil es hacer con ese excedente, en un mismo espacio físico, nuestra casa.
Resulta arduo abocarse a la lectura, pensar, escribir. Conjugar atención y deseo se complejiza cuando las certezas que enmarcan la realidad, trastabillan y el mundo queda subsumido a nuestra vivienda, en caso de que la tengamos. La pandemia invadió nuestras vidas dejando al descubierto, retazos de realidad, que duelen. El exterior puede resultar peligroso y el contacto con lxs otrxs también.
Y acá estoy, intentando articular en palabras, fragmentos de ideas que sobrevuelan mi mente por estos días. Más bien se trata de preguntas. Por lo general, Lacan me ayuda a pensar muchas cosas y con él pienso a la pandemia por Covid19, como la irrupción de un real, un significante vacío que penetra en nuestro mundo, ese que conocíamos y aunque tal vez nos disgustaba, ofertaba ciertas garantías. Hoy esa realidad ya no está y el futuro resulta menos certero. El virus impacta en los lazos, penetra en los cuerpos limitando los espacios, reduciendo los encuentros al plano virtual. Sin embargo, entre la imagen y el cuerpo hay un gran trecho difícil de soslayar. El encuentro de dos cuerpos que convergen en un mismo espacio y tiempo es insustituible y hoy más que nunca lo sabemos.
Por estos días nos encontramos habitando un mismo espacio, trabajamos, cocinamos, estudiamos, incluso hacemos las compras sin movernos de nuestro hogar, la consigna es quedarse en casa y cumplimos. Pero, ¿qué ocurre con el rol de la mujer? Pienso en aquellas que son madres y para quienes el salir a trabajar representa una pausa. Hoy ya no hay margen, cuidar a lxs niñxs y el quehacer doméstico, confluyen con la actividad laboral. También podemos agregar el imperativo implícito o hasta explicito: “armate una rutina”, “aprovechá para cocinar,” “pasá tiempo con lxs niñxs”, incluso “masturbate”.
Pienso en aquellas que se angustian porque teniendo niñxs pequeñxs, no tienen con quien dejarlxs cuando necesitan hacer compras o tuvieron que reducir su actividad profesional porque deben atender a sus hijxs. ¿Y los hogares monoparentales? ¿Qué ocurre con esas mujeres que son el único sostén familiar?
La violencia hacía las mujeres no entra en pausa y en lo que va de la cuarentena son noticias los femicidios, que siguen arrebatando la vida de muchas mujeres. Más que nunca resulta necesario visibilizar esto.
Nos quedamos en casa, no salimos a manifestarnos, pero no significa que abandonemos la lucha.
* Romina Noelia Dichiera es Licenciada y Profesora en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como psicoanalista de niños, adolescentes y adultos en Lanús y en Avellaneda. Es co-fundadora y coordinadora de Ludere, equipo interdisciplinario, dedicado al tratamiento de niños y adolescentes con patologías graves del desarrollo.
Mail: romina.dichiera@ gmail.com
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