Por Ayelen Rodriguez
Un amigo me invita a cenar a su casa y me aclara que es la única en la cuadra que no tiene rejas. Me subo al tren Roca. "Que bien que se viaje en el tren ahora" se escucha en los ecos de los andenes, de parte de quienes supimos conocer cómo era antes la cosa.
Cuando yo era chica, el vendedor ambulante tiraba la del producto ideal para cartera de la dama y/o el bolsillo del caballero. Hoy, deconstrucción mediante, todo es rico, fresco y exquisito, en ese orden. Caramelos, turrones, alfajores, y hasta a veces creo escucharlo para objetos no comestibles. Siento que los vendedores ambulantes se aprenden de memoria lo de "rico, fresco y exquisito" y lo usan como adjetivo calificativo para todo. ¿Venden curitas ricas, frescas y exquisitas?...Deben creer que sus parejas son ricas, frescas y exquisitas, así como sus casas, por ejemplo, o sus pantalones, que se yo.
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Intento demostrar que a veces de un mismo lado del mundo, todo, parece asemejarse, sobre todo frente a la mirada del otre. Pero nada es tan "de negro" acá, eh, en "la periferia de la civilización". Hay inseguridad pero no todas las casas tienen rejas. Yo le aconsejé a mi amigo que pusiera una en la puerta, igual, por las dudas. Nada es tan rico, fresco y/o exquisito, como el vendedor dice. Ni los caramelos, ni los turrones, ni los alfajores. Ni nada. Pero el cantito, parece, funciona y se usa una y otra vez para todo. A veces, es como si la escena fuese pintada con el mismo pincel sin enjuagarlo al cambiar de color. Es decir, hay una continuidad poco clara entre unes y otres. Entre las personas y los objetos, entre los cuerpos y el fondo. Eso es lo que pasa en el Roca.
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La gente viaja con mala cara. No se si preocupada, cansada, estresada, o todo eso a la vez. Se viaja mejor que antes, seguro, pero es inconfundible este tren con sus colores, sus vendedores ambulantes, sus olores, sus pasajeros.
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No todos van en esa, seguramente, aunque se asemejen. Y eso es lo que quiero compartir hoy. No se sabe por qué pasa. Son de esos fenómenos de masa que no se aprenden en el colegio, ni en las casa, bah, no se aprenden. Se dan y listo. Una vez alguien me contaba que hace un tiempo volviendo de hacerse la última quimio de La Plata, venía sonriendo en el tren. Recuerda que la gente la miraba raro. Eso pasa cuando sonreís solo en el Roca. Eso pasa cuando decís que los biscochitos son deliciosos o sabrosos o hechos con amor. Porque salvo por las chipas (que son "ricas, ricas chipas") todo lo demás, se supone, es rico, fresco y/o requisito con tantos colorantes y conservantes que de fresco no le queda ni para disimular y dudá sobre ese sabor.
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Así, como en el inconsciente lo parecido es igual, en el Roca, lo que ves igual es distinto. El que viene de cursar y la que viene de la quimio no tienen nada de igual, aunque estén pintados con el mismo pincel. De este lado del mundo, y de tu lado del mundo, hay universos tan distintos como personas.
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